lunes, 3 de noviembre de 2008

INFIEL


No recuerdo cuando empezó todo, el polvo se ha amontonado sobre el origen como sedimentos de una época pasada.
En un principio nada tenía mucho sentido, imágenes desordenadas, sonidos, sensaciones que se agolpaban en mi cabeza provocando emociones primarias, hambre, deseo, dolor.
Con el tiempo los colores dieron paso a una imagen más elaborada de la realidad, las piezas poco a poco fueron formando mi mundo y del desorden y el caos nació un nuevo escenario mucho más minucioso y precioso y un yo más consciente. Había pasado la época de experimentar.
Llegó entonces la de conocer, la de explorar. Cada curva, cada espacio, cada trozo suyo lo vivía como si fuera único mi curiosidad no tenía límites y el más nimio de los detalles a mis ojos era el más magno de los hallazgos, pero el asombro y la familiaridad nunca fueron buenos amigos y el tiempo convirtió la curiosidad en costumbre y la agitación en tranquilidad.
Fueron aquellos, instantes de calma, calma promovida por la seguridad, la certeza de la rutina. Reconocía su pulso como el ritmo de mi reloj, sabía que escondía cada uno de sus callejones, conocía sus hábitos, manías, vicios. No había más secretos que descubrir, no me aguardaba ya ninguna sorpresa, nada alteraba la paz de mi resguardada pero limitada existencia.
Pero la tranquilidad que se llevo el desasosiego mató la inquietud. Entonces me extravié y todo se detuvo, fue como perderse en la palma de mi propia mano. Lo que antes era asombroso y después entrañable, ahora era ajeno. De tanto mirar dejé de ver, y aunque todo seguía allí, ya no estaba en mí
Mi nuevo estado generó desconcierto, desorientación y me hizo buscar de nuevo, de miradas furtivas a escapada. Y como quién prueba una cuchara pasé a querer dos y por fin a no conformarme con los retales de mi vida. 30 años después del comienzo, mis maletas están hechas y junto a ellas descansa un billete de avión.

Han empezado a desmontar el escenario, los colores escapan de las formas volviendo a bailar entre ello. Es la melodía de la huida, la vuelta de la confusión. Es el presagio de una traición, la Infidelidad a la ciudad que me vio Nacer.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola Sarita!

Magnífico. Qué bien escrito y qué bonito.

Qué ha pasado? Por qué te has ido???

Borja