Nunca he sido muy amiga de las matemáticas y
tampoco he entendido muy bien por
qué nos hacen aprender algunas de sus ramas.
El calculo hoy en día es algo que veo
desfasado cuando todos tenemos un móvil. Pero bueno siempre te viene bien en
rebajas, para poder calcular si ese vestido espectacular con un 30% de descuento, es asequible o sigue teniendo un precio totalmente astronómico antes de
que la rubia teñida que se acerca visiblemente interesada, te lo quite.
Pero que me dicen a mi de la trigonometría, o
en otras palabras la rama de las matemáticas que mide los triángulos. Vamos
algo básico en mi vida, sin la trigonometría jamás habría sido capaz de doblar
servilletas en forma de triángulo equilátero, y no vean lo bien que quedan en bodas, banquetes y comuniones.
Pero curiosamente fue la trigonometría la que
marcó un antes y un después en mi vida.
Aquel día en clase de matemáticas la profesora
estaba explicando la diferencia entre el ángulo llano y el obtuso, yo por el contrario andaba más
interesada en averiguar cuándo aquel abejorro que se daba constantemente contra
el cristal de la ventana, se daría
cuenta de que por mucho que siguiera intentándolo por ahí no iba a ninguna
parte. Parece ser que mi cara de evidente interés alertó a la profesora de que
no le andaba haciendo yo mucho caso,
porque nadie que se precie puede aguantar más de medio minuto de
explicación de trigonometría sin bostezar.
Para agradecer mi indiscutible curiosidad e
interés por aprender la profesora me premió con una redacción sobre el tema en
cuestión. Y cuando le dije que no
había mucho que se pudiera decir,
me contestó, “echale un poco de creatividad.” Así que por la tarde después de clase me
senté en frente de mis dos nuevo amigos el ángulo obtuso y el ángulo llano y
por mas que los mirara y yo no veía muchas diferencias entre ellos, al fin y al
cabo no eran más que unos palitos juntos. Muerta de aburrimiento y totalmente desmoralizada me fui al ordenador y me puse a investigar las diferencias
entre llano y obtuso, tras unos 10 minutos de leer definiciones lo tenía
Llano: Dícese de aquel que muestra un
comportamiento sencillo y natural con los demás.
Obtuso: Dícese de aquel que es lento en
comprender las cosas más simples.
Con esa idea en mente y un poco de creatividad, tal y como me
había pedido la profesora, empecé mi redacción de los dos ángulos.
El ángulo llano y el ángulo obtuso se
encuentran en bar.
Llano. Hombre obtuso cuanto tiempo sin verte,
¿qué es de tu vida?,
Obtuso. Horrible llano, horrible he vivido
una pesadilla en los últimos días.
Llano. Y eso, ¿que te ha pasado?
Obtuso. Me han encerrado en mi propia casa. Me
pase 3 días tirando de la puerta, y nada imposible no se abría. Me comí toda la
comida y ya la desesperación me hizo saltar por la ventana, casi me mato
Llano. ¿ Y no se te ocurrió probar a empujar
la puerta en vez de tirar de ella?
Obtuso. ¿Ehh?
El resultado de mi brillante narración sobre
el ángulo obtuso y el ángulo llano no fue del total agrado de mi profesora de
matemáticas que me suspendió la asignatura y me castigo un mes sin recreo. Sin
embargo, entendí entonces que los números no nacieron para hablar conmigo y que
yo era más amiga de las palabras.
Que se le va ha hacer uno no puede llevarse
bien con todos , ¿no?.
1 comentario:
Al leer el principio esperaba algo más "profundo".
Y otra cosa: al menos que la protagonista sea adolescente, lo de Google es poco probable... =)
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